
Hace muchos años que leo la baraja española.
Es todo un ejercicio: Me instalo con un pañuelo, un vaso de agua y en ocasiones la vela y el incienso. Y me lanzo...
Hoy tuve una consulta a domicilio.
Estresante.
El problema es ése: ¿Qué decirle a una persona? ¿Aquello que quiere escuchar y hacerla sentir bien?
En el caso de hoy, sentí que muchas veces tu interlocutor está esperando que le digas algo que reafirme sus propias inseguridades. Y en el caso de que las cartas te muestran un camino que no va con sus planes... carajo!
Pero, para qué?
Yo antes, creía fielmente en el tema de horóscopos, cartas astrales, sueños, cartas, números y todas esas cosas. Ya no más
Lo hago al final por amor al arte. Ni siquiera es una entrada de dinero.
Pero me cuestiono, por qué estamos tan necesitados de respuestas y nos quedamos en eso, cuando sentados esperando la vida no nos va a cambiar.
Quizás por eso ya no creo tanto.
Porque comencé a ser feliz no porque me anunciasen la llegada "de un hombre castaño de buenas intenciones".
Comencé a ser feliz cuando supe que podía amar.
Comencé a ser feliz cuando aprendí a sonreír.
Comencé a ser feliz como en estas mañanas que desperté al lado de quien me ama y me hace sonreír.
Y fue tanto el tiempo en que me compliqué y que nadie podría haberme dado la fórmula y que nadie lo adivinó porque yo debía vivirlo, así como lo hago ahora.

Aunque a veces, confieso, pongo platillos de miel por toda la casa y prendo velas de colores para pedir un deseo.
Pido continuar siendo tan feliz.